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Alfonso Chase, Premio Magón 1999, intelectual |
Toda forma de innovación en la educación es un avance. Esos,
siempre decimos, mientras no sean un retroceso o una de las múltiples
supercherías pedagógicas a que nos tienen acostumbrados los teóricos, y algunas
veces los "prácticos", tratando de ubicar sus ideas en la vanguardia
de la vanguardia, y que muchas veces la encontramos perdida en el tiempo, no en
los recuerdos del porvenir, sino en más bien los del presente.
Las acciones aplicadas al sistema educativo costarricense,
en los últimos cuarenta años: ese plesticeno didáctico en el cual unos suben,
otros bajan, pero en que casi todos se mantienen al nivel óptimo de la
medianía, perdiéndose sus nombres en medio de planillas y en el no te vi más,
que pareciera ser la cronología gubernamental de cada cuatrienio.
Todo para decir que siempre he apoyado a la llamada
"Educación Dual", que existen desde la Edad media, cuando los
maestros artesanos, si así pueden llamarse, daban categoría educativa, y
artística, a las labores de la práctica y la teoría del laborar consciente,
bajo los auspicios de un autentico Maestro, en un medio idóneo, guardando los
niveles de originalidad que difirieron de uno a otro individuo.
Desde los años noventa del siglo pasado, en Alemania y
Austria, y algunas veces en los Estados Unidos, se han renovado prácticas de la
denominada Educación Dual de diferentes maneras y propuestas, todas ellas
estableciendo dos ámbitos: un centro de estudios y otros de prácticas, ya sea
fábrica, conglomerado, espacio laboral, taller: esos nobles espacios donde se
ejerce el aprendizaje, tratando de unir los dos lugares, que acostumbran
convertirse en complementarios.
En Costa Rica, es algo que apenas está empezando, aunque
conozco planes similares desde 1995, y experimentos como los de la Universidad
Empresarial como su programa Invenio, que es lo que más se le asemeja en
nuestro país, el cual de manera discreta y sigilosa lo hace bien, al menos en
lo que desea desenvolverse.
No creo que venga a resolver problemas de desempleo, como se
dice, como no sea la captación de personal calificado, principalmente
estudiantes, recién salidos de secundaria o al borde de empezar su largo
peregrinaje en busca de ocupación honorable.
Desde los años noventa nos hemos acercado a Alemania,
convenio con el Estado de Baja Sajonia (2000) en asuntos de ese tipo y, con
singular discreción, hemos tratado de impulsar proyectos de especialización
técnica, por medio de contratos de aprendizaje, pasantías, estadías de
estudiantes en empresas. Todo de acuerdo a los derechos laborales y la
posibilidad de aprobar leyes de aprendizaje, convenientes a ambas partes.
Las corporaciones empresariales universitarias, tan cercanas
en Colombia y tan lejanas como Eslovaquia, han tratado de realizar su sueño,
dicen ellos, propósito decimos nosotros, de alcanzar convertirse en academias,
con consejos directivos formados por algunos dinosaurios, ejecutivos remozados
y jóvenes con ideas corporativistas, con fácil acceso a todo terreno
minimanciones, que han pretendido convertir el proyecto en una acción más
propia del siglo XIX, que del nuestro. Actualmente, sin embargo, hay un proceso
de análisis y reacomodo, pues en muchos aspectos sirven, en otros son parte de
mecanismos de propaganda ilustrada, jóvenes trabajadores borregos, que diluyen
la formación humanística, si es que alguna vez la tuvieron, en acciones de
intención social de lento espectro.
Muy buena la educación dual. Pero resulta mejor cuando no se
pierde la propuesta que debe impulsar siempre el Consejo Superior de Educación,
sobre los programas, que no deben ser solo los de una fábrica de técnicos, al
modo de esas películas de Charles Chaplin, donde los seres humanos se
convierten en engranajes, de la clase muerta, tornillos de tuercas, que suelen
ser descartados cuando los patrones lo designan, son los dueños de las
empresas, además del sector productivo del país. Asimismo, deben cuidarse de
formar cipayos, esos intermediarios entre la naturaleza humana y los sistemas
corporativos, cuyo logro sustancial sean la producción y el lucro, por encima
de cualquier otro valor.
En Costa Rica, se han realizado experiencias muy
interesantes y valiosas, en el campo de la formación profesional dual, en el
campo del secretariado, la mecánica automotriz, la especialización en atención
laboral, la agronomía, la enseñanza de idiomas, así, como en la gestión
cultural, deportiva o de enseñanza de la creatividad, al menos en los que tengo
noticia. Eso sí, siempre en diseño curricular ha sido un proceso integral y en
donde no se pierda la formación humanista y la importancia de la práctica.
Es un proceso educativo y de adquisición de conocimiento y
no solo de formación de personal específico para las empresas interesadas. La
relación trabajo-educación busca la formación de auténticos profesionales,
medios y no solo personal subalterno, de formación no completa, especie de
diplomados, sobre todo la ubicación en planilla laboral por oficios.
Es una forma tan antigua como la presencia de los activos
maestros cantores y su conjunto de discípulos. Pero esta vez con seguros
contratos de aprendizaje, que dan forma al conocimiento, al carácter y la
proyección futura de los jóvenes educados por este sistema, que no solo es otro
desvarío más del orden económico mundial, sino por el conocer-hacer, que da
forma al desarrollo social de la humanidad y no solo a las oligarquías
patronales.
Artículo: Sandra Gonzalez
Fuente: Laprensalibre.cr
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