Apoyamos la Revolución Bolivariana Socialista, las Misiones Sociales Internacionales, al Comandante Supremo Hugo Chávez y al Presidente Nicolas Maduro.
viernes, 28 de abril de 2017
viernes, 21 de abril de 2017
martes, 18 de abril de 2017
sábado, 15 de abril de 2017
viernes, 14 de abril de 2017
miércoles, 12 de abril de 2017
En las entrañas de la marcha oposicionista
La siguiente nota fue escrita para 15 y Último por Marco
Teruggi, quien estuvo ayer acompañando la marcha oposicionista desde La Carlota
hasta El Recreo, cuando, desviada ilegalmente por el gobernador de Miranda
Capriles Radonski, terminó enfrentada con los piquetes policiales que
impidieron su paso al centro de Caracas, lugar donde a esa misma hora se llevaba
a cabo otra nutrida concentración, en este caso del chavismo.
Hay algo de juego para ellos. Como una adrenalina de ricos,
de gente que nació en casas grandes, fue a colegios privados, de vacaciones a
Miami ‒“mi amor en el próximo viaje tenemos que comprarle una GoPro a la niña
María”, conversaba una familia antes de tirar piedras‒ de quienes siempre
estuvieron en el mismo lugar de la vida, el de la comodidad. Se les nota en la
cara, el color de la piel, en el silencio funerario durante la movilización, en
la ropa que no deja saber si irán a jugar al tenis o a intentar tumbar al
gobierno. Es una evidencia. Cualquiera que vaya se daría cuenta. Cualquiera
salvo ellos, que cantan “el pueblo unido jamás será vencido”.
En términos numéricos fueron más que los días pasados, menos
que en el mes de octubre durante el intento de golpe de Estado, y, por ende,
menos que el 1 de septiembre pasado. Una hipótesis posible sería porque esta
vez la dirigencia sí los convocó a confrontar y no a aplaudir a líderes sin
liderazgo, ni a seguir abollando cacerolas. Eso había pasado en septiembre y
octubre, y el resultado había sido de abucheo a la dirigencia, insultos por
redes sociales, la desmovilización de su propia base de apoyo. Esta vez en
cambio hubo acción, y para esa base social tan nítidamente clasista y masticada
en rencor, eso le dio perspectiva al llamado.
Fueron emocionados con la perspectiva de confrontar. Se les
notaba a los más jóvenes, sobre todo: armaban barricadas, cargaban piedras,
palos, sillas, pedazos de muebles, alambres, máscaras antigas, cremas contra
lacrimógenos. Ellos fueron la vanguardia de la movilización. Los más grandes,
con gorras de películas gringas o australianas, y el porte de quien manda en
una empresa, fueron de retaguardia. Algunos adultos se animaron a ir al frente.
¿Al frente de qué?
Se sabía que iban a buscar la confrontación, lo habían
anunciado. En nombre de la “libertad”, la “resistencia a la dictadura”, de
“Venezuela”, del “hambre que se vive”. También sabían que no los dejarían pasar
de Plaza Venezuela. Todo estaba entonces montado: la movilización épica y
burguesa, y el esquema de contención de las fuerzas de seguridad. Este
consistió en un muro ‒literal‒ en la autopista que hizo, desde el primer
momento, imposible la perspectiva de franquearlo. Era también una evidencia. En
ese marco comenzó el desarrollo de la acción.
Las primeras líneas fueron juveniles, que, con ganas, se
lanzaron a confrontar. Rápidamente comenzaron a darse sucesivos oleajes:
avances tumultuosos con piedras en la mano, estampidas desordenadas ante los
gases y el agua de las ballenas. Así fue planteado el esquema que duró cerca de
dos horas. Algunas células estaban más organizadas, con, por ejemplo, gente con
guantes para tirar los gases al Guaire. Porque, si bien existió un componente
de espontaneidad, la cabecera estuvo evidentemente muy organizada. La derecha
busca violencia callejera, y como tal se ha venido preparando. No existe
casualidad, ni improvisación.
Para ellos se trata realmente de una dictadura y de una
represión. Esa es su batalla, y esos gases y esa agua son la marca de ese
“régimen tiránico”. Aunque hayan tirado bombas molotov sobre las ballenas con
una sorprendente facilidad, y no hayan salido motos a cazarlos con escopeta
como animales. La orden del gobierno fue contener, y ese objetivo en Caracas,
así parece, se cumplió.
***
¿Cuáles eran los objetivos de la derecha? En primer lugar,
el de alimentar la matriz internacional. Allí está el frente de batalla central
hoy, desde donde operan para desgastar al gobierno, forzar pronunciamientos,
sanciones, posibles intervenciones. La derecha es dependiente de ese frente, lo
necesita económica, política, logística y diplomáticamente. En un escenario donde
la Organización de Estados Americanos (OEA) ha decidido atacar frontalmente a
Venezuela, esas fotografías, videos, son imprescindibles: alimentan la matriz
de la “dictadura”, “violación de los derechos humanos”, “falta de libertad de
prensa”. Cuanto más caos logren, mejor les será. Por eso la hipótesis de los
muertos en estos escenarios no debe ser descartada. Les vendría como anillo al
dedo.
En segundo lugar, cabe preguntarse si el plan era pasar
Plaza Venezuela. Con esa fuerza desplegada en la autopista y el operativo
planteado, no existía posibilidad de logarlo. Lo importante pareciera haber
sido entonces el impacto comunicacional, la respuesta a su base social
‒dejándola confronta‒ que había disminuido notoriamente, y el desarrollo de
acciones dentro de la estrategia de guerra de desgaste prolongada. Dos
movilizaciones con choques en una semana, más la que ‒ya anunciaron‒ harán el
sábado, sumado a los ataques comunicacionales y las declaraciones
internacionales, les permite trabajar el plan de batalla permanente, del golpe
de Estado en continuo.
¿Cuál sería el día final del golpe? Resulta difícil saberlo,
les faltan dos elementos imprescindibles: pueblo ‒barriadas, clases populares‒
y un sector de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Sin lo uno ni lo otro no
se tumban gobiernos en Venezuela. Pero se puede hacer mucho daño, tanto
nacionalmente, como en el plano internacional marcado por la incertidumbre y la
noticia de misiles norteamericanos lanzados sobre Siria.
***
El chavismo ganó en mantener la paz, evitar un
enfrentamiento, un desborde mayor, esa sería una primera afirmación. No es la
primera vez que se logra y es estratégico: la violencia, la confrontación, es
el escenario que busca la derecha. A eso quiere llevar al país. Para eso
provocan, buscan el momento del choque, tienen una base social que lo anhela,
quiere una revancha que castigue en masa.
También en términos de movilización el chavismo ha mostrado
que su capacidad, aunque haya reducido, sigue siendo grande. Su base social
tiene las raíces históricas, es eminentemente popular. Se nota en las pieles,
los rostros, la alegría, la manera de ser parte de una revolución, del país de
Chávez. El corte de clases es nítido. No se han perdido las calles, se logró
ocupar el espacio público varias veces en las últimas semanas, en particular
desde el ataque directo de la OEA, agresiones que, se sabe, fortalecen la
unidad chavista, el sentimiento antiimperialista. Somos más fuertes cuando nos
atacan de frente.
En términos de movilización de las bases sociales la
asimetría histórica se mantiene: el chavismo es más fuerte. En la capacidad de
resolución del conflicto en las altas esferas también. Eso indicaría que la
balanza se inclina de nuestro lado. El problema es medir la correlación de
fuerzas con base en quienes se expresan de manera directa en las calles. No es
un secreto que una parte importante de la población ‒¿la mayoría?‒ está
desgastada, alejada, desilusionada por los dos bloques en disputa. Se vio en
estos días de denuncia del supuesto autogolpe: reinó en las calles un llamativo
silencio. Se podría decir ‒para alivianar‒ que es porque la derecha perdió su
credibilidad, que el problema es suyo. Una lectura cruda indicaría que, con las
múltiples diferencias, no solo le sucede a la dirigencia de derecha.
Por eso la pregunta es qué piensan quienes no se movilizan y
observan los enfrentamientos desde la casa, ven a través de los medios de
comunicación esta realidad compleja, marcada ‒allí el agua profunda‒ por la
situación económica que no se estabiliza a pesar de anuncios y actos de entrega
de dólares. El día a día es de incertidumbre, de dificultad económica. No para
quienes tiraron piedras en nombre del hambre: ellos no saben lo que es. Pero sí
para muchos que han dejado de creer, que han visto la política reducirse a una
agudización de la confrontación superestructural, mientras los precios se
liberan. Las cajas Clap estabilizan solo una parte, y los medicamentos son una
preocupación cada vez que se los necesita. ¿Ellos qué piensan? ¿Dónde irán electoralmente?
Esa instancia no se ganará por peso callejero, sino por capacidad de haber
construido sentido común, credibilidad, haber detenido el deterioro material
impuesto por los ataques económicos.
Pasados los días de choque abierto ‒no se puede saber ni
cuándo terminarán ni por cuánto tiempo‒ seguirá la tarea estratégica: rearmar
la mayoría, hablar y escuchar a quienes se han convertido en espectadores de
políticas/os en quienes ya no creen. La derecha quiere sumarlos a sus filas a
través de la estrategia de caotización, en particular la económica. ¿Qué planes
tienen los diferentes actores del chavismo? Tal vez sea hora de rearmar la
política como poderes creadores del pueblo, y no como una partida de ajedrez.
Articulo: Marco Teruggi
Fuente: 15 y ultimo.com
sábado, 8 de abril de 2017
martes, 4 de abril de 2017
Suscribirse a:
Entradas (Atom)