viernes, 8 de abril de 2011

“La ONU tomó la decisión en base a mentiras”


Jordán Rodríguez, periodista, y Jesús Romero, camarógrafo, llegaron a Trípoli el 23 de febrero.

En el avión compartían destino con tan sólo 10 personas. Dos de ellas –una enviada por la cadena italiana RAI– decidieron no bajarse. Cuando llegaron al aeropuerto vieron que cerca de 300 personas se agolpaban para abordar el mismo avión para irse. Eso relata Jesús, entre risas, cuando se les pregunta si en algún momento sintieron que estaban haciendo una locura.

Más de un mes después, el equipo de Telesur enviado a la capital libia puede decir con orgullo que fueron los primeros en llegar después de una travesía que incluyó pasajes con sobreprecio, varias detenciones, pérdidas de equipos y maltratos físicos por parte de la policía, y la gestión, luego de todo eso, de un permiso para ejercer el oficio en el país (no un acuerdo entre Chávez Gaddafi como mucho se dijo). También llegaron a tiempo para constatar en el terreno que los supuestos bombardeos contra la población, al menos en Trípoli, eran mentira.

“Fuimos directamente a la Plaza Verde y cuando llegamos vimos que sucedía una cosa absolutamente distinta a lo que decía la RAI, que era lo mismo que decía Al Jazeera, BBC, CNN. Nos conseguimos en cambio con una manifestación de 500 o 600 personas apoyando a Muammar Gaddafi”, cuenta Jordán.

“Cobramos conciencia de que allí lo que había era una guerra de cuarta generación. Los medios de comunicación fueron el primer batallón que estuvo en Libia. Ellos daban información y no había la manera cómo comprobarla. Tenían un solo reportero en Libia y afirmaban un montón de cosas”, señala Jesús.

Para los dos, la prensa internacional tiene gran responsabilidad de la invasión que desde el 19 de marzo sufre el pueblo libio.

“Telesur tuvo la suerte de llegar y poder desmentir todo eso, aunque no sirvió de nada porque la ONU igual tomó la decisión en base a todas esas mentiras. Con la cámara de Jesús y mi trabajo se dijo la verdad y al menos se creó la duda. Ahora, yo sí vi muertos por los bombardeos de la OTAN”, asevera Rodríguez, mientras recuerda la desesperación de muchos pobladores que descargaban su rabia contra la prensa, mientras levantaban carteles pro Gaddafi con la fecha señalada y les pedían que dijeran la verdad.

“Jesús estuvo 38 días en Libia y por lo menos recibió 30 golpes. De la gente, de la policía, de cualquiera… Es complicado. Es otra forma de ver la vida. Es un país árabe. Un país amenazado. Tú puedes andar tranquilamente con una AK 47, pero si tú cargas una cámara eres un peligro”.

—La cobertura de Telesur recibió muchas críticas por las diferencias entre lo que se transmitía desde Trípoli y lo que se decía desde Bengasi- preguntamos a Jordan…

—(Jordán): Él (Reed Lendsay, corresponsal en Bengasi) y yo reportábamos minuto a minuto lo que veíamos, lo que estaba pasando. Trípoli está en control de Gaddafi y esa situación hace que la ciudad esté en calma. Él estaba a 1.200 km de donde estaba yo. Tenía otro discurso, el de la gente que dice que están cansados de Gaddafi, que tienen que sacarlo, que tienen que matarlo porque el tipo es un asesino, etc. La gente me atacaba mucho por Twitter y yo lo que respondía era que qué bueno que tengan la suerte de, en un mismo noticiero, ver lo que está pasando en los dos lugares. Y creo que si hay algo de lo que está orgulloso este equipo es de poder haber mostrado tanto lo que decían los que estaban con Gaddafi como los que están con los rebeldes. Había gente que me decía que seguramente los que hablaron conmigo tienen miedo. Pero yo no me puedo basar en suposiciones. Me baso en discursos. Mi trabajo como reportero es preguntar y creer en lo que esa gente dice. Y de hecho yo reporté que había salido sin cámaras a tomarme un café y conversé con un grupo de jóvenes de entre 20 y 25 años que me decían que estaban en contra de Gaddafi, pero que no podían declarar porque tenían miedo y tuvimos la libertad y la ética para decirlo.

—¿Cómo ven ahora la situación en Libia?

—(Jordán): Libia es un país que está completamente dividido en este momento. Nosotros entrevistamos rebeldes y eran médicos, ingenieros, arquitectos. Y el nivel de vida en Libia es altísimo. Es un país superdesarrollado para la zona en la que se encuentra. La gente joven tiene carros último modelo. Y yo no digo que eso sea importante, pero que una rebelión se dé en un país donde la miseria es altísima es mas lógico. Yo les preguntaba por qué están peleando y ellos respondían: ‘por la libertad’. Dentro de ese grupo de rebeldes nosotros conversamos con gente que se veía que realmente estaba aferrada a ese ideal de libertad y con gente que manejaba tanques y unidades antiaéreas. Y yo me pregunto hasta qué punto un médico tiene la capacidad de manejar unidades antiaéreas, tal vez hay factores externos que están estimulando todo eso ¿Qué puede pasar? Hay gente… voces del pueblo, que abogan porque Libia se divida, hay gente que simplemente quiere la cabeza de Gaddafi, pero también hay creencias de que los presidentes árabes salen de la presidencia a la tumba. Nosotros vimos a Gaddafi cuatro o cinco veces y yo no le vi a ese hombre ni un ápice de miedo. Él está aferrado a su proceso, a su ideal, y tiene mucha gente que lo apoya. Como también tiene mucha gente que está en contra.

INTERESES EXTERNOS

Para Jesús y Jordán la guerra en Libia puede explicarse por millones de causas. “El petróleo libio es uno de los mejores del mundo. Casi que lo puedes sacar de la tierra y echárselo al carro y funciona”, dice el reportero. Las reservas hídricas, los recursos naturales y los 200.000 millones en reservas del Estado libio, a los que los gobiernos de Francia e Inglaterra “en quiebra” pudieran estar aspirando, serían otras.

“¿Cómo lanzas bombas para evitar bombardeos?”, se pregunta Jordán, quien asevera que las potencias continuarán azuzando el conflicto y “los libios divididos en dos partes se van a matar”. “Ellos van a luchar hasta la muerte”, completa Jesús.

“Lo que nosotros creemos es que ya es suficiente el hecho de que un país se sienta con el poder de atacar, de invadir, de matar. ¿Por qué no dejamos por ejemplo que los líderes tribales trabajaran? Los líderes tribales estaban dialogando y decían que podían resolver. Yo quiero que la CNN me responda a mí por qué ellos nunca sacaron las declaraciones de los líderes tribales. Y la imagen que quizás falte en este momento, que por respeto al público no puede salir, es la imagen de niños de cinco años quemados”, observa Jordán.

“No, mamá, eso es mentira”

“Nuestras familias cayeron en el error que cayó casi todo el mundo. Estar viendo las noticias que transmitían las grandes cadenas internacionales, y entonces eso, por supuesto, generó intranquilidad. Mi madre con tensión alta, me decía todo el tiempo: ‘Vente, qué haces tú allá’, y ese era el factor común entre nosotros cada vez que llamábamos a nuestra familia”, relata Jesús. “Por lo menos yo tuve que decirle a mi familia: ‘Por favor, no vean noticias. No crean en los medios’”, agrega.

Los periodistas llamaban a sus casas entre tres y cuatro veces al día para calmar las angustias familiares y cada vez que lo hacían, cuenta Jesús, tenían que hacer el ejercicio de contraprensa. “Mi mamá me decía: ‘Pero mira… acaban de decir que tal cosa’. ‘No, mamá, eso es mentira… yo estoy al lado del periodista y eso es mentira’. ‘Pero que bombardearon en Trípoli’. ‘No, mamá, eso es mentira’. Así que también tuvimos que hacer la tarea no sólo para Telesur, sino para las familias”, se ríe Jesús.

Articulo: Jimena Montoya

Foto: Fernando Campos

Fuente: CIUDAD CCS


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